viernes, 28 de agosto de 2009

No lo llamaré intimidad,

para eso debería haberme dado lo que yo le daba tan naturalmente,

ir a su casa crear una paridad aceptable

aunque siguiera teniendo una relación tarifada entre cliente regular y mujer de la vida.

En ese entonces no pensé como lo estoy pensando ahora,

que no reproche nunca que me mantuviera estrictamente al borde;

debía parecer la ley del juego,

algo que no excluía una amistad suficiente como para llenar con risas y bromas los huecos fuera
de la cama.

Que son siempre los peores.

Mi vida lo tenía perfectamente sin cuidado.

pero si les vieran esos ojos que él tiene,

son como los de un gatito amarillo.

4 comentarios:

Claudel dijo...

querida
tanto tiempo, no??
bueno, es bien , para desertar mañanas nubladas, como beirut, con esa nostalgia galopante,
de desierto y llanero

siempre
solitario

Anónimo dijo...

fjjf

Claudel dijo...

nenuuun!

Mariángeles (VERA) dijo...

Como casi todas las cosas que merecen la pena, llegué aquí por causalidad. Sí la causa es la de siempre... Me alivia compartir experiencias paralelas, salvo que sus ojos son de chocolate.
Me gustó mucho, saludos.